Relaciones: Juegos de poder

10.10.2019

En las relaciones se establece a menudo un juego de poder. Cuando nos sentimos fuertes creemos saber lo que le conviene al otro, dejamos de respetarlo, a veces es porque esa persona nos ha entregado su poder, al sentirse inferior, o mas débil, e inconscientemente nos convertimos en su protector, en una madre, en un guía. De esa forma limitamos la evolución de esa persona porque no dejamos que se equivoque, que experimente, que afronte sus miedos y crezca. A su vez esa persona se lo hace a si misma, bloqueando su crecimiento, su evolución, el miedo o la inseguridad le bloquea, le estanca y deja que decidan por él/ella.

Tanto si estamos en la "posición de más como de menos poder", usamos nuestra máscara social. Si en esa relación soy la persona dependiente, a menudo trago con cosas que no me gustan, con las que no estoy conforme, para agradar a la otra persona, buscando que me dé amor, que me quiera y me valore y me reconozca...siendo quien no soy, para ser un producto más cercano a lo que esa persona quiere, el objeto de su deseo.

Si por el contrario soy la persona en posesión de poder, el suministrador, a menudo también miento, utilizo esa máscara social, para no dañar a la otra persona. A menudo puedo también tragar, asumir, aceptar hacer, o tolerar cosas que no van conmigo ni me apetecen ni me hacen sentir bien, por no dañar al otro, no dañar sus sentimientos, para no sentirme mal conmigo, y no confío en su capacidad para sostener y soportar esa realidad, inconscientemente fomentando aun más diferencia entre ambos, ya que protejo a esa persona de una verdad que tarde o temprano saldrá a la luz. El dolor será mayor entonces, porque la persona se siente engañada, traicionada, se da cuenta que ha vivido una mentira, que la han subestimado y protegido y crece aún más su inseguridad por sentirse más pequeña y así sucesivamente.

Esto sería solamente la superficie, sin entrar en lo que hay debajo, las motivaciones y los orígenes de porqué funcionamos de una forma u otra.

Todos engañamos, me convierto en lo que el otro quiere ver, me alejo  de mí y voy perdiendo brillo, luz, mi esencia. Me voy vaciando mientras finjo, me falto al respeto mientras dura ese papel, esa personalidad inventada, creada para que me quieran. ¿Pero cómo me van a querer...si yo estoy haciendo todo lo contrario?, tan poco amor me tengo que no puedo mostrarme tal y como soy. Inicio una guerra conmigo y me voy minando y machacando día a día hasta que desaparece lo que soy en realidad.

Cuando ese teatro termina, termina esa relación, es habitual la sensación de no sé lo que quiero ni quien soy....por llevar tanto tiempo alejad@ de mi mism@.

Lo cierto es que nos experimentamos a través de los demás. Todas esas relaciones que establecemos, todos esos juegos de poder, al final constituyen quién somos, porque de tanto repetirse esas situaciones, termina por ser nuestra realidad. Por eso nos sentimos tan perdidos la mayoría del tiempo.

Si ponemos ese juego a nuestro servicio, es cuándo de repente toma un sentido. En lugar de hacernos víctimas o verdugos de otros, utilizamos la observación de todos esos papeles que representamos, para aprender sobre nosotros y lo que necesitamos.

El simple hecho de poder observar cómo soy yo en una relación u otra ya me coloca en posición de poder elegir, de reconocer si estoy siendo auténtico o no, para qué estoy fingiendo o para quién...y qué me aporta. Podemos empezar por ahí para acercarnos cada día un poquito más a nosotros, a nuestro poder personal, a nuestra fuerza vital y a ser un poquito más felices por poder ser lo que verdaderamente somos.

Qué descanso, cuánto trabajo y esfuerzo nos ahorramos por simplemente Ser.

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar